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A pesar de la violencia del crimen, Xayakalan lleva 15 años haciendo comunidad

Publicado en Avispa Midia

19 de julio de 2024

Por Santiago Navarro F y Regina López

En portada: Para la comunidad es importante tener su propia Guardia Comunal ya que son personas conocidas, los propios familiares y vecinos que la conforman, conocen los estatutos, el territorio y las dinámicas comunitarias internas. Foto: Santiago Navarro F.


La conocen como la mexicana. Es una mujer indígena Nahua de un poco más de 50 años de edad. En su mirada firme guarda como un secreto los momentos más decisivos de los últimos 15 años de su vida “haciendo resistencia”, como dice ella. Ha aprendido a sortear el hostigamiento del crimen organizado en sus tierras. Primero fue el cártel de la Familia Michoacana, cuenta ella, después Los Caballeros Templarios y, ahora, el llamado Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). 


Ella, la indígena Teresa Regis Nicolás, hace quince años volvió de los Estados Unidos. Tras la muerte de su padre regresó a su tierra natal, con un legado que le había dejado, luchar por las tierras comunales que pertenecen al pueblo indígena de Santa María Ostula, municipio de Aquila, localizado en el estado de Michoacán de Ocampo, que llega hasta la costa del Océano Pacífico, en el oeste de México.


En ese entonces, en el año 2009, tenía solo tres meses que este pueblo había ejecutado una estrategia armada para recuperar una fracción de sus tierras, en las que hoy habita Teresa, su hijo y más de 70 familias indígenas. Un poblado que fue bautizado como Xayakalan, tierras que estaban en manos de personas que habían conseguido escrituras como pequeños propietarios, vinculados al crimen organizado. Aunque los indígenas cuentan con la titulación de sus tierras comunales por decreto presidencial de 1964 y los títulos primordiales de los años 1700 que respaldan que estás tierras son suyas.


Xayakalan pasó a ser el poblado número 24 que forma parte de Ostula, que los originarios reconocen como encargaturas, similar a las agencias municipales. “No me tocó la acción de la recuperación. Pero tres meses después fui una de las primeras ocho familias que se establecieron con una casita en este lugar y, desde entonces, hemos resistido”, recuerda la mexicana.


Cuentan los comuneros que desde el año 1997 la comunidad ya venía preparando estás tierras para la siembra, pero tiempo después fueron invadidas por los pequeños propietarios.

En junio de 2003 decidieron por primera vez llegar y establecerse ahí, construyeron unas cuantas casas de adobe, pero en septiembre del mismo año los invasores las derribaron. Es así que en el año 2004, los pequeños propietarios los demandaron por usurpar propiedad privada. “Después el tribunal falló a favor de ellos”, comparte para el equipo de Avispa Mídia Evaristo Domínguez Ramos, comunero de Ostula.


En el año 2008 el Tribunal Agrario de Colima decidió que estas tierras -altamente productivas y con una playa paradisíaca - eran de propiedad de los demandantes que, de acuerdo con los comuneros, eran “vinculados en su momento al cartel de Los Caballeros Templarios”. 


Desde ese momento, durante un año y dos meses, en silencio, los integrantes del Concejo Comunal de Ostula comenzaron a diseñar una respuesta. En asambleas generales y reuniones se consultó a cada una de las 23 encargaturas sobre la acción de recuperación de tierras, que posteriormente se decidió darle el nombre de Xayakalan. “Fue así como empezamos a luchar para hacer defensa. La decisión se tomó en abril del 2008, teníamos que recuperar estas tierras”, comparte Evaristo.


La gran hazaña de los comuneros fue comandada por algunas personas que mantenían en secreto cada movimiento, hasta que llegó el día esperado donde se sumaron decenas de indígenas, hombres y mujeres. “Fue así que, el 29 de junio del año 2009, se retomaron las tierras. Pero no ha sido fácil, ha costado muchas vidas”, agrega el comunero.


Durante estos años de lucha han perecido 44 indígenas y, según la Fiscalía General del Estado (FGE) de Michoacán, entre 2009 y 2014, hubo cinco desapariciones, entre ellos el Comisariado de Bienes Comunales, Francisco de Asís Manuel, de 62 años, secuestrado en su casa en la localidad del poblado de Palma Sola.


Son 15 años desde que este pueblo Nahua tiene bajo su control estas tierras. El pasado 28 y 29 de junio conmemoraron este aniversario, recordando a los caídos y desaparecidos. Bailaron, cantaron y convivieron con grupos de solidaridad que han apoyado este proceso. Mujeres y hombres también le arrancaron a la memoria pedazos de recuerdos de los momentos más difíciles que les han tocado vivir.

Uno de los participantes del evento recordó que, en aquella época de la acción, en la costa michoacana era tiempo de cangrejos y, comúnmente, salían a la playa a recolectarlos ya que salen por doquier con las lluvias. Así que ese día de la recuperación “se nos atravesó un comando armado y nos dijo, ¡hora indios hijos de la chingada no hay cangrejos acá! Momentos después, nos dispararon con cuernos de chivo (rifles de asalto Ak-47). Venían 3 personas de la tercera edad con nosotros, un señor se quedó y, como es valiente, les dijo a los sicarios, ¡mátame si quieren, no tengo miedo!”.


Este campesino de la encargatura de La Labor, que ayudaba en la recuperación de tierras, rememora que “fuimos los primeros que llegamos. Acá aguantamos 15 días, se acabó la comida. Después llegaron las señoras con puros charalitos (peces pequeños), y hasta el momento seguimos con la lucha”, comparte el indígena.


A Teresa le tocó vivir la cotidianidad posterior a esta recuperación. Se le hace un nudo en la garganta, toma coraje y dice, “hemos pasado momentos muy difíciles, tristes, de miedo, pero también momentos bonitos, como el apoyo mutuo en la comunidad. Al principio éramos muchas familias y en un determinado momento la resistencia se fue debilitando hasta que quedamos solo ocho familias. Hoy ya es una comunidad de verdad”, comparte mientras suelta una sonrisa cómplice al ver a los niños que han nacido en estas tierras recuperadas, los cuales ya suman más del doble que los adultos. 


Teresa, al igual que el resto de mujeres en Xayakalan, se muestra risueña pues es el día de la fiesta, el 15 aniversario de la recuperación de estas tierras. Los niños corren y se confunden con el paisaje cercano del mar. El viento que trae el oleaje de la playa lleva los olores de la comida a toda la comunidad. “Es momento de festejar que seguimos vivas. De recordar a nuestros muertos, para que nunca dejemos la lucha”, dice la mexicana. 

¿Orden de rectificación o de desalojo?


En la nueva comunidad de Xayakalan, la única forma de sobrevivir fue hacer vida. Surgieron nuevas parejas que decidieron luchar juntas y procrearon a sus hijos en medio de la resistencia y constantes ataques del crimen organizado. Hoy día están asentadas más de 70 familias que conviven en comunidad, sus hijos van a la nueva escuela y también han edificado una iglesia. Cada quien cuenta con su casa y dos parcelas para el cultivo.


Teresa, con mucho orgullo, dice: “Mi hijo ya es de acá, nació acá, aquí está enterrado su ombligo. Ya hay más de 150 niños en la comunidad. Tenemos la tarea de hacerles saber hasta dónde llegan nuestras tierras, así hicieron nuestros abuelitos. Yo ya llevé a mi chiquillo al punto hasta donde llega Ostula, entonces él no lo va olvidar”, comparte.


El pasado 11 agosto del 2023 la comunidad recibió una notificación judicial de una denominada “rectificación forzosa de limites” de estas tierras. Esto implicaba el ingreso del personal del gobierno para rectificar la propiedad de los demandantes -los pequeños propietarios- con la latente intervención de la Guardia Nacional y el Ejército.


Esta sentencia fue emitida por el Magistrado Jorge Arturo Bernal Lastiri, el mismo que fue acusado por los indígenas nahua de San Miguel de Aquila, de respaldar a un comisariado que ellos desconocen, quien está permitiendo la explotación de minerales en la región. Por ello, pidieron su destitución en el año 2022, mediante una protesta en las instalaciones del Tribunal Unitario Agrario 38 de Colima.


Antes de llegar a esta decisión jurídica, le antecede un prolongado proceso legal que duró una década, de 2009 al 2019, desde la época en que los comuneros recuperaron las 1200 hectáreas que hoy se han convertido en Xayakalan. En esos mismos días de la recuperación, en 2009, el tribunal había fallado a favor de que se volvieran a ratificar medidas, tomando en cuenta referencias inamovibles, como el océano, montañas y ríos. 


A pesar de que se incluyó un nuevo elemento probatorio, que son los títulos primordiales que datan de los años 1700, los cuales detallan los márgenes del territorio de Ostula que van más allá de la franja en disputa, la justicia vuelve a dar, en 2019, un fallo a favor de los pequeños propietarios. Retomando las viejas medidas, las cuales “son erradas”, dice el abogado de esta comunidad, Carlos Gonzales.  


Todo este contexto legal llega hasta febrero del año 2023, tras una nueva solicitud por parte de Ostula para que se revisara la sentencia que se dio en 2019 y un amparo más. Ya para agosto de 2023, el magistrado Bernal Lastiri vuelve a dar la razón a los pequeños propietarios, ordenando así la intervención forzosa en Xayakalan. 


Jeronimo Flores, del Consejo Comunal señala que “activamos una movilización fuerte y entonces pues nunca vinieron a ejecutar la orden. Nos imaginamos que se dieron cuenta de que nuestra organización está muy sólida”.


Efectivamente, ese mes de agosto del 2023 más de 600 indígenas armados se desplegaron en diversos puntos, tanto dentro de Xayakalan como fuera de sus linderos, para impedir esta intervención en su territorio. Posteriormente, dice el abogado para Avispa Mídia, “el Tribunal decide suspender la ejecución forzosa de la orden”, respaldada con el recurso de amparo número 463/2023.


Pero esta orden se suspende temporalmente hasta una nueva resolución del Tribunal, la última que resta en el marco legal mexicano. De no obtener una respuesta a favor de Ostula, tendrán que recurrir a una demanda internacional. “Pero de Xayakalan ya nadie nos mueve”, dice Teresa, quien también es comunera de Ostula y que ha sido amenazada de muerte y hostigada directamente por el crimen organizado. 


Ella sostiene que la comunidad está más organizada que nunca. “Estamos seguros porque tenemos a nuestra Guardia Comunal. Aquí ni el ejército, ni la marina, ningún gobierno entra sin el permiso de nuestra comunidad”, complementa. 


En estas poblaciones no pueden acceder las fuerzas armadas del Estado, al menos que “la comunidad lo permita. Así se acordó en un acta de asamblea. Porque en lugar de ayudar, venían a atropellar a las comunidades, como un niño que asesinaron. Además, hay antecedentes. En 2011 el ejército estaba coludido con el crimen”, acrecienta el consejero Jerónimo.

Seguridad autónoma


Una de las fortalezas de este proceso de resistencia es su Guardia Comunal y su rápida movilización. El comunero Evaristo detalla que “son nombrados por cada encargatura en sus asambleas”, cada uno está armado y preparado para cualquier agresión.


El consejero Jerónimo comparte que, en caso de crisis o emergencias, “todas las guardias de cada encargatura se activan. Todos tenemos que entrarle, es una obligación defendernos, porque ya vivimos un momento de crisis que no queremos que se repita”.


Teresa fue la primera mujer en ser nombrada, por la nueva comunidad Xayakalan, como la representante de sus habitantes. “Fui nombrada como encargada del orden en el año 2018. Hay que hacerse cargo de la seguridad de la gente, pero participamos todos. Si hay un problema, una faena o hasta una fiesta, lo resolvemos en común”, puntualiza la habitante de esta comunidad, quien prestó un año de servicio y después se integró al resto de las actividades, como la de tomar turno para cuidar el filtro junto a la guardia comunal.      


Las guardias dejaron de existir en el año 1999, quedando encargadas de la seguridad sólo las policías del Estado. “Las comunidades dijeron, hay que montar nuestra propia policía comunitaria, porque se iba a poner difícil la situación. Después fueron renombradas como Guardias Comunales. Con ellas recuperamos las tierras y son quienes velan por la seguridad de todo Ostula”, asevera el comunero Evaristo. Es así que, ante la inminente recuperación de tierras, deciden reactivarlas.


Es bien sabido, por los habitantes de las comunidades aledañas, que esta zona era ocupada por el cartel de los Caballeros Templarios, como una base de operaciones. Por esta playa entraban lanchas a descargar drogas. 


Tras la retomada de tierras, a Teresa la amenazaron. “Me acuerdo que, aquel que le decían el Chalano [Priciliano Corona Sánchez] me amenazó por la espalda con un rifle, y solo esperé a ver qué pasaba. Fue un momento muy difícil, la comunidad se había debilitado”, dice la comunera.


Además del Chalano, comuneros que resguardan su nombre por seguridad acusan a Iturbide Alejo, conocido como El Turbinas, y Margarita Pérez, como La Usurpadora, por amenazar de muerte a Trinidad de la Cruz Crisóstomo, alias Don Trino, que fue asesinado en diciembre de 2011.


Además de haber sido controlada por el crimen, el área donde está Xayakalan figuraba en el Plan Regional para el Desarrollo Turístico Integral de la Costa de Michoacán, para formar un corredor que atrajera inversiones para construir complejos que ofrecieran servicios al turismo nacional e internacional. 





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