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La locura de las frontera y la narrativa de guerra

Publicado en Camino al Andar

21 de marzo de 2025

Foto: Marco Chare


En los últimos días he visitado y cruzado varias fronteras entre México y Guatemala. La distancia que existe entre lo que sucede en Tapachula, en Lago Internacional y entre los ríos y campamentos sin cruces oficiales es enorme. Parte de la diferencia es la geografía y las oportunidades, quienes migran tienen metas distintas y por eso no todos los caminos son iguales. Otra parte viene dictada por la retórica bélica que invade el mundo. Entre un cambio de estado y otro, se me ocurrió entrevistar a Leonidas Iza desde la distancia. Leonidas me dijo que para él, Noboa está militarizando el país alimentando el discurso del 'enemigo interno'. Es lo que hace Bukele en El Salvador, Milei en Argentina cuando ataca a los movimientos feministas, LGBTQI+, a los pobres. Es lo que se hace en todo el mundo con las poblaciones migrantes. Cuando se construye un enemigo se combate al enemigo, se le hace la guerra.


La propaganda de guerra se transforma en economía. En Tapachula esto provoca que los precios de las casas suban, convirtiendo a la ciudad en una de las más caras de México, mientras que en Lago Internacional se viaja de un lado a otro de la frontera sin ningún control entre mercados y restaurantes. Cruzando el océano y llegando a Europa, hay un debate enloquecido sobre la necesidad de armarse y a través de la «defensa común europea» crear la Europa que hoy es un batiburrillo de intereses económicos incapaces de sintetizarse. El discurso que se está desarrollando en Europa es tremendo y terrible y parte de la idea de que hay que luchar contra dos autócratas: Putin y Trump. Por un lado «olvidan», los gobernantes europeos, que pactan con autócratas sanguinarios contra los migrantes, como con los que gobiernan Libia o Turquía. Por otro que Trump, que no es un bastión de la democracia liberal además de ser proclive a la ideología fascista así como súbdito de las corporaciones que lo financiaron, sigue siendo el presidente de EEUU. Las políticas agresivas de Trump funcionan porque los gobernantes del mundo le escuchan y aceptan su discurso. Trump pone en evidencia lo que se sabe desde hace años: que es la economía, legal o ilegal, la que gobierna la política. Se quita la careta, se pone al servicio de Musk y compañía, y 'utiliza' al gobierno de EEUU para hacer negocios. Pecunia non olet decían los latinos, y el mundo capitalista siempre ha vivido este concepto. La arrogancia neocolonial de Trump tiene como cómplices a los gobernantes que no se despegan de su discurso y a los que alimentan la lógica del 'enemigo'. Un ejemplo, que une a la derecha posfascista y a parte de la supuesta izquierda, es el ataque violento a la llamada idelogía woke.


Hay quienes hacen la guerra de verdad, desde Putin hasta Netanyahu, pasando por los grupos del crimen organizado que tienen campos de exterminio en México, gracias a la complicidad con las instituciones. En un panorama tan desalentador hay quienes rehúyen de ella y construyen alternativas. Los que lo hacen son atacados a múltiples niveles. A los que en Europa dicen no al plan de rearme se les vitupera y acosa diciéndoles «¿qué proponéis en la práctica para detener a Putin?».


Luego está la maravilla que desde hace años se esconde tras los lemas 'ni una menos'/'ni una más', un maravilloso tzunami antipatriarcal y feminista que dice no a la guerra, al privilegio y al colonialismo en todas sus formas. Porque la guerra es lo más machista que hay, y no es casualidad que en este momento de resistencia e insurgencia antipatriarcal, el capital y la cultura dominante vuelvan a producir guerras. Y luego están los mapuches, los zapatistas, el movimiento confederalista entre el norte y el este de Siria (y con los espacios políticos construidos en Turquía e Irán), la Conaie, y tantos y tantos otros (entre pequen@ collectiv@s) que, conociendo el colonialismo, la guerra, la opresión y la explotación, practican propuestas de paz, prefiriendo la colaboración y el compartir a la competencia y la confrontación. Es una cuestión cultural, ideológica, práctica. Los enemigos y la guerra se construyen día a día, la paz y el respeto por la diferencias por igual. Sólo necesitamos saber de qué lado estar, sin ambigüedades, ni dudas, porque como dijo Allende, «la historia es nuestra y la hacen los pueblos».

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© 2021 por Sofi Grivas

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