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Gasoductos en México: la realidad detrás de los 20 mil km de infraestructura

Publicado en Avispa Midia

1 de noviembre de 2024

Por Renata Bessi

Julia Bernal es una mujer nativa que pertenece a las Naciones indígenas de Sandia Pueblo y Yuchi, uno de los 19 pueblos originarios que habitan lo que hoy se conoce como el estado de Nuevo México, en Estados Unidos. Ahí los pueblos viven en las orillas de los ríos. “No somos pueblos nómadas, somos agricultores”, cuenta al equipo de Avispa Mídia. Poseen su soberanía alimentaria, siembran principalmente maíz, calabaza y frijol. 


“Sobrevivimos a las colonizaciones de España y Estados Unidos, y estamos sobreviviendo hace un siglo a la explotación de recursos energéticos”, comparte Bernal, que hace parte de la organización Alianza de Pueblos en Acción.


En sus territorios fue detonada la primera bomba atómica, la bomba Trinity, en 1945, la primera experiencia nuclear, antes de ser usada contra las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki, en Japón. Fue parte del Proyecto Manhattan, impulsada por el gobierno de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Todavía hoy existen laboratorios de producción de energía nuclear, cuya basura radioactiva es almacenada en los territorios que pertenecen a estos pueblos. 


En el centro de la comunidad de otra joven indígena, Alicia Gallegos, de los Pueblos de Acoma y Laguna, en las orillas del llamado Río Puerco, está una mina de Uranio, mineral usado en la producción de la energía nuclear. “Ha contaminado mucho y no ha habido ninguna indemnización. Utilizamos solamente agua subterránea, la de los ríos está altamente contaminada”, comparte Gallegos al equipo de Avispa Mídia.


Estos pueblos también tienen en común el hecho de que están asentados sobre la mayor reserva energética de Estados Unidos y una de las de mayor producción de gas y petróleo del mundo. Ahí está la cuenca Pérmica, que se extiende hasta Texas, abarcando los dos estados. “Los proyectos empezaron en 1912, justamente cuando Nuevo México fue transformado en un Estado más de los Estados Unidos”.


Esta infraestructura de extracción de petróleo, gas metano y una gran red de gasoductos, forma parte del paisaje de estos territorios y de la cotidianidad de estos pueblos. La zona es conocida como la Arabia Saudita de Estados Unidos. Produjo al menos 6 millones de barriles de petróleo al día en 2023. Eso es más que Irak, Emiratos Árabes Unidos o Kuwait.

Alicia Gallegos y Julia Bernal nativas de New Mexico se reúnen con activistas mexicanas que están luchando contra gasoductos y otros proyectos. Foto por Santiago Navarro F


Los pueblos nativos conservan sus lugares sagrados, incluso uno de ellos fue reconocido como patrimonio cultural por la Unesco. “Ahora, el 92% de la tierra que rodea este lugar sagrado ha sido concesionado para la extracción de petróleo y gas”, señala la indígena Bernal.


Hoy, dice Julia Bernal, su territorio es afectado con mayor intensidad por la extracción de hidrocarburos, sobre todo, porque se usa el sistema de fractura hidráulica o fracking (técnica de extracción de petróleo y gas de formaciones rocosas poco permeables; se inyecta una mezcla de agua, arena y productos químicos en la roca a alta presión para que se libere el hidrocarburo). 


De acuerdo con un documento presentado en junio pasado de la Comisión Legislativa de Finanzas Nuevo México (LFC), en este Estado se concentran actualmente 73 mil pozos de petróleo y gas activos, y casi 100 plataformas activas, perforando nuevos pozos cada mes. “Nuevo México es el segundo mayor productor de petróleo de Estados Unidos, produciendo el 15,1% del petróleo del país en febrero de 2024”, según el informe.


Además, hay toda una red de gasoductos que se fue construyendo poco a poco a lo largo de las últimas décadas para distribuir el gas metano. “Sabemos que la expansión sigue y ahora está afectando también a territorios de pueblos indígenas y campesinos en México”, lamenta Bernal. 


Bernal está en lo correcto, después de la reforma energética del año 2013 en México, ha habido una expansión de la construcción de la infraestructura energética para recibir el gas metano extraído en Estados Unidos. De acuerdo a investigaciones realizadas por el Colectivo Geocomunes, casi se ha duplicado la cantidad de ductos en términos de distancia y capacidad en un poco más de una década. 


Hoy existen alrededor de 20 mil km de ductos en territorio mexicano. La gran mayoría se ha construido entre 2011 y 2024. La expansión, identificaron los investigadores de Geocomunes, ocurre principalmente en dos regiones. “La primera es el Noroeste del país, la región de Baja California, Sonora, Chihuahua, Sinaloa; la segunda es el Sur-Sureste, región de Veracruz, Oaxaca, Chiapas y la Península de Yucatán. A eso se le suma una serie de otros proyectos”, coinciden los integrantes de Geocumunes.


Puerta al Sureste, de la empresa canadiense TC Energy, es uno de los gasoductos estratégicos del mercado del gas estadounidense, ya que conecta en aguas marinas con otro, el gasoducto Sur de Texas – Tuxpan, también de su propiedad junto a la estadounidense Sempra Energy, de 772 kilómetros. En conjunto, suman más de 1400 kilómetros de tubería que cruza por el Golfo de México.

Fuente Geocomunes 2024


Los pueblos nativos conservan sus lugares sagrados, incluso uno de ellos fue reconocido como patrimonio cultural por la Unesco. “Ahora, el 92% de la tierra que rodea este lugar sagrado ha sido concesionado para la extracción de petróleo y gas”, señala la indígena Bernal.


Hoy, dice Julia Bernal, su territorio es afectado con mayor intensidad por la extracción de hidrocarburos, sobre todo, porque se usa el sistema de fractura hidráulica o fracking (técnica de extracción de petróleo y gas de formaciones rocosas poco permeables; se inyecta una mezcla de agua, arena y productos químicos en la roca a alta presión para que se libere el hidrocarburo). 


De acuerdo con un documento presentado en junio pasado de la Comisión Legislativa de Finanzas Nuevo México (LFC), en este Estado se concentran actualmente 73 mil pozos de petróleo y gas activos, y casi 100 plataformas activas, perforando nuevos pozos cada mes. “Nuevo México es el segundo mayor productor de petróleo de Estados Unidos, produciendo el 15,1% del petróleo del país en febrero de 2024”, según el informe.


Además, hay toda una red de gasoductos que se fue construyendo poco a poco a lo largo de las últimas décadas para distribuir el gas metano. “Sabemos que la expansión sigue y ahora está afectando también a territorios de pueblos indígenas y campesinos en México”, lamenta Bernal. 


Bernal está en lo correcto, después de la reforma energética del año 2013 en México, ha habido una expansión de la construcción de la infraestructura energética para recibir el gas metano extraído en Estados Unidos. De acuerdo a investigaciones realizadas por el Colectivo Geocomunes, casi se ha duplicado la cantidad de ductos en términos de distancia y capacidad en un poco más de una década. 


Hoy existen alrededor de 20 mil km de ductos en territorio mexicano. La gran mayoría se ha construido entre 2011 y 2024. La expansión, identificaron los investigadores de Geocomunes, ocurre principalmente en dos regiones. “La primera es el Noroeste del país, la región de Baja California, Sonora, Chihuahua, Sinaloa; la segunda es el Sur-Sureste, región de Veracruz, Oaxaca, Chiapas y la Península de Yucatán. A eso se le suma una serie de otros proyectos”, coinciden los integrantes de Geocumunes.


Puerta al Sureste, de la empresa canadiense TC Energy, es uno de los gasoductos estratégicos del mercado del gas estadounidense, ya que conecta en aguas marinas con otro, el gasoducto Sur de Texas – Tuxpan, también de su propiedad junto a la estadounidense Sempra Energy, de 772 kilómetros. En conjunto, suman más de 1400 kilómetros de tubería que cruza por el Golfo de México.


Gas que navega hacia Europa y Asia


El gas metano que fluye desde Estados Unidos, además de ser usado internamente en México, también será reexportado, desde territorio mexicano, hacia a los mercados europeos y asiáticos. ¿De qué forma? Se está construyendo toda una red de infraestructura en las costas Pacífico y Golfo do México para eso. 


Ocho Terminales de Exportación de Gas Natural Licuado están planeadas en las costas mexicanas. La Terminal Altamira I, de la empresa New Fortness Energy Inc., en el municipio de Altamira, Tamaulipas, ya fue finalizada y ya empezó con la licuefacción del gas. 


El gas metano que llega a estas terminales es licuado y enviado por buques a diferentes partes del mundo. Esta estrategia de reexportación “es novedosa, de los últimos tres o cuatro años y ha avanzado de manera tan rápida, que incluso hay plantas que ya está exportando gas”, comenta Luis Pérez de Geocomunes.


De acuerdo con Pérez, México importa de Estados Unidos alrededor de 6.000 millones de pies cúbicos diarios de gas metano, datos de 2023. Todo el país consume entre 8.000 y 9000 millones de pies cúbicos diarios.  


Sin embargo, de acuerdo con los informes de CFE, se comprometió a importar de Estados Unidos entre 21.000 y 22.000 millones de pies cúbicos de gas metano, más del doble de lo que consume. “Por eso surgió la justificación por parte del gobierno de que es necesario crear toda una infraestructura para exportar este gas que ya se comprometió la CFE”, dice el investigador de Geocomunes.


Los 8 terminales proyectados

Terminal Saguaro Energía. Empresa: México Pacific Limited LLC. En proyecto, Puerto Libertad, Sonora.

Terminal Amigo LNG Fase I. Empresa: LNG Alliance Pte Ltd. En proyecto, Ciudad Guayamas, Sonora.

Terminal Vista Pacífico. Empresa: Sempra. En proyecto, Ciudad Topolobampo, Sinaloa.

Terminal Lakach. Empresa New Fortness Energy Inc. Proyecto pausado, Veracruz.

Terminal Coatzacoalcos. Empresa CFE. En proyecto, Coatzacoalcos, Veracruz.

Terminal Salina Cruz. Empresa CFE-Sempra. En proyecto, Salina Cruz, Oaxaca.

Terminal en Puerto Manzanilla. Empresa Gato Negro Permitium Uno. Proyecto, Colima.

Recientemente fue anunciado un segundo proyecto en Salina Cruz. 

Fuente: Geocomunes


Según el integrante de Geocomunes, no hubo ninguna iniciativa de organizaciones sociales o económicas capaz de cuestionar esta política de CFE de comprometerse a comprar mucho más gas de lo que consume el país. “Pues no tiene ningún sentido. Debería ser un caso judicial en México. ¿Cómo es que se comprometieron con esa compra, que está desplegando toda una red de gasoductos en el territorio mexicano y terminales, que tiene amarrado el futuro energético del país? Si las cosas no salen bien, ¿quién va a pagar?”, cuestiona Pérez.


Eso porque “las inversiones que se están haciendo son gigantescas y llevan por lo menos 25-30 años para recuperarse”, complementa el investigador.


El costo para la extracción de gas no convencional en EEUU es relativamente barato, lo que hace que su venta sea lucrativa para las empresas productoras. El problema es que “muy probablemente esto no va a durar mucho tiempo. Hay muchas versiones de cuándo llegará el pico de la extracción del fracking en EUA”. 


Además, el investigador analiza que, los Estados Unidos tienen su propio mercado directo de exportación y, hoy, es el principal exportador de gas licuado en el mundo, seguido por Qatar y Australia.


Para el equipo de Geocomunes esta “es una política estadunidense que utiliza a la CFE, al Estado mexicano y a la política energética mexicana, como plataforma para hacer llegar su gas a otras partes del mundo”.

Foto por Santiago Navarro F


Pasos a la dependencia


Geocomunes ha estudiado y acompañado la política energética en México en la última década. “México se ha ido configurando en términos energéticos como un país dependiente del gas y una economía subordinada principalmente a los intereses de las empresas estadunidenses”, sostiene Luis Fernando Pérez, integrante de Geocomunes. 


Desde los años 1990, poco antes de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio, ya había una política de enviar gas metano de Estados Unidos a estados del norte de México, pero no abarcaba el resto del país.


Fue a inicios de los 2000 que las compañías de la industria fósil en Estados Unidos lograron destrabar, por medio de nuevas tecnologías, los campos de extracción de hidrocarburos no convencionales. “Empieza una especie de boom en la extracción de hidrocarburos mediante la fractura hidráulica. Aunque lo que buscaban era petróleo, pues este petróleo extraído también venía con gas metano y requerían darle destino”.


Entonces la estrategia fue empezar a venderlo a México, lo que empieza a acontecer alrededor de 2011. “En este año se asigna una transformación del discurso de la política energética con Felipe Calderón donde toda la política energética se vuelca al argumento de Estados Unidos, que tiene mucho gas y muy barato y, por tanto, había que traerlo porque era energía barata. Entonces todo se transforma en el país a partir de eso”, explica Pérez.


La Reforma Energética en 2013 engranó toda la parte jurídica que permitiera la expansión de esta infraestructura. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) jugó un papel central para crear las condiciones para traer el gas de Estados Unidos. “Empezó a buscar territorios por donde expandir su uso. El argumento para justificar la construcción de nuevas plantas eléctricas a partir de gas, por ejemplo, era que siempre iba a estar este gas barato de Estados Unidos”, sostiene.


Además, CFE empezó a hacer licitaciones para construir una red gigantesca de ductos principalmente en la frontera norte y hasta el centro del país, conectando con los centros de producción en Estados Unidos. Eso desplegó y ha desplegado toda la infraestructura que se está construyendo en el territorio mexicano.

Encuentro contra gasoductos y otros proyectos en el Istmo de Tehuantepec.

Foto por Santiago Navarro F


Conectados por la destrucción


Si pueblos originarios en Estados Unidos, como son las Naciones indígenas de Sandia Pueblo y Yuchi, pagan los costos ambientales y sociales de proyectos de extracción de hidrocarburos en sus territorios, en específico el gas metano, la realidad de los territorios de comunidades campesinas, indígenas y pesqueras en México, que reciben este hidrocarburo, no es distinta.


Pescadores artesanales del Golfo de México y de sus sistemas lagunares, por ejemplo, en los estados de Tamaulipas, Veracruz y Tabasco, denuncian que tienen sus territorios de pesca impactados por gasoductos submarinos por donde fluyen el gas desde Estados Unidos.


Henry Márquez Escudero es de la comunidad Tantalamos, en las orillas de la Laguna de Tamiahua, en Veracruz, estado que cuenta con 35 mil pescadores registrados. “Mi familia se dedica a la pesca. Mi padre, mi abuelo, mis tíos. La pesca en nuestra zona es artesanal. No se ocupan artes de pescas tecnificadas. Son artes de pesca que tienen alrededor de 80 años”, cuenta para el equipo de Avispa Mídia, el miembro de la Federación de Cooperativas de Pescadores de la Laguna de Tamiahua y Tampamachoco, que hace parte de la Confederación Nacional de Cooperativas Pesquerasde México.


La Laguna de Tamiahua tiene 88 mil hectáreas. A su lado está la laguna de Tampamachoco, que tiene 6mil 800 hectáreas. Ellas se conectan con el área del Golfo de México, donde se trabaja la pesca del camarón, el atún, la pesca de escama marina. En 2017 llegó en la región la empresa Transcanadá (hoy TC Energy), de Canadá. “De repente nos dicen que iban a construir un gasoducto, desde Texas (Estados Unidos) hasta el municipio de Tuxpan (Veracruz)”, este es el gasoducto Texas-Tuxpan, recuerda Escudero. 

Fuente Geocumunes


La noticia tomó de sorpresa a los pescadores. En aquel entonces intentaron acercarse de la empresa vía gobierno del Estado. “Pensábamos que podía ser un ente neutral, el cual fungiera como mediador entre nosotros y la empresa”. En ese tiempo ni siquiera se llegó a una mesa de diálogo. “La empresa puso las condiciones que ella quiso, y hasta el día de hoy el gasoducto se construyó por encima del sector pesquero, de las comunidades y de las familias que en ellas habitan”, sostiene. 


El área de pesca se quedó restringido. Hay una zona donde realizaban sus actividades y ahora con el gasoducto tienen que realizarlas mucho más lejos. “Si nosotros pescábamos a 35 millas, ahora lo vamos a hacer a 60-65 millas. Eso implica más gastos en combustible, mas desgastes en los equipos, del motor, de la lancha”, reclama el pescador.


Además, estas instalaciones son consideradas de máxima seguridad. “Se abre un espacio donde no te puedes acercar a los gasoductos. Ahí no puedes pescar. Si llegas a estar en ese polígono el delito que se te imputa es el de terrorismo”, complementa el pescador.


Hace no más de un año y medio los pescadores recibieron la noticia de la construcción de un nuevo gasoducto que partiría de Tuxpan hacia la refinería Dos Bocas, en Tabasco. Es el ducto Puerta al Sureste, el cual, según los informes de la empresa TC Energy, “se ha concluido al cien por ciento”. Además, conecta con el gasoducto Mayakán, en la Península de Yucatán, y a otras centrales eléctricas. 

Fuente Geocomunes


“Es un área donde se reproducen especies marinas y se realizan las actividades diarias de la pesca. Sostiene a una infinidad de sistemas de arrecifes”, advirtió el veracruzano Escudero. 


TC Energy se ha acercado a los pescadores y se abrió una mesa de diálogo. Sin embargo, dice Escudero, hasta el día de hoy, no existe una propuesta de desarrollo de la actividad pesquera, que realmente garantice la continuidad de la pesca artesanal. Tampoco una propuesta de cuidado de todas estas áreas que son nichos ecológicos.


Todas las propuestas que “lanzamos en términos de sustentabilidad de nuestras actividades pesqueras, de recuperación ambiental no son llevadas en consideración”, comenta el pescador.


Lo que la empresa ofrece, reclama Escudero, son recursos, como un motor, una lancha, por una única ocasión. Piden todos los documentos personales de los pescadores y de sus cooperativas y, además, hacen que los pescadores firmen un documento donde se comprometen a jamás demandar a la empresa, aunque haya posteriormente daños ecológicos en el mar y en las lagunas, o en las comunidades. “Nosotros no estamos de acuerdo, considero que en una mesa de negociación no puede haber quien imponga porque entonces ya no es negociación”, sostiene.


La empresa considera en sus “negociaciones” solamente a los pescadores que tienen permisos de pesca en el Golfo de México. Desconsideran que los que trabajan en las lagunas y ríos están totalmente vinculados al golfo. 


Escudero no está de acuerdo con esta perspectiva. Según él, los sistemas están conectados. Las especies pesqueras no son de un solo lugar. Siempre están cambiando dependiendo de la temperatura del agua, de las corrientes, entonces por supuesto que va a haber un impacto ambiental no solo en el golfo. “Hay estudios que dicen que las especies salen al golfo y buscan áreas con temperaturas ideales, se reproducen allá y retornan a los sistemas lagunares”, explica Escudero que también es biólogo. 


Entonces los impactos en el Golfo de México, “porque sí los hay, la vibración y el ruido emitidos por el gasoducto, por ejemplo, cambian el comportamiento biológico de las especies”, eso afecta todo lo demás.


Zonas de Sacrificio 


La Unión Europea otorgó el sello de “verde” al gas metano, que lo denomina como un “gas natural” a partir del 1°de enero de 2023. La idea es que el gas metano tenga un papel de “transición energética” para que los países europeos alcancen el objetivo de descarbonización en 2050. 


“El gas es un combustible fósil y los combustibles fósiles son los principales responsables por esta crisis global que el planeta se esté calentando y está trayendo consecuencias para todes nosotres. Se dice gas natural, nosotros no decimos este término, es como decir ‘petróleo natural’. Es natural porque es formado por un proceso natural, pero cuando se dice ‘natural’ las personas lo relacionan con algo bueno y no lo es. Hablamos de gas fósil, o gas metano”, puntualiza Claudia Campero, de la organización Conexiones Climáticas.


El norte global ha construido el discurso de que tiene que descarbonizar su economía y está creando una serie de políticas para sostener las inversiones económicas, que le llaman “economía verde”, y lo que consideran como una “transición energética”. Mientras tanto en el sur global “se está impulsando una reconfiguración geopolítica y geoeconómica muy importante”, explica Carlos Tornel, de la red Tejido Global de Alternativas, e investigador del Programa Nacional de Energía y Cambio Climático, de Conahcyt.


La reconfiguración es justamente para que se lleve acabo la “transición energética” del norte global. “Necesitan de lugares para extraer minerales, para poner inmensos parques solares, eólicos, sus gasoductos. Son zonas de sacrificio verde. Son lugares que se ‘tienen que sacrificar’ para sostener el modelo de crecimiento económico perpetuo, sin cuestionar la lógica estructural del capitalismo”, analiza. 


Las zonas de sacrificio, “son lugares que son designados por este modelo de capital a ser completamente prescindibles, su cultura, sus formas de ser, existir, de ver el mundo se eliminan ante esta necesidad constante de seguir acumulando”, describe Tornel. 


Campero subraya que hace mucho tiempo que la humanidad quema los combustibles fósiles. “Pero no todas las regiones del mundo lo queman de la misma forma. Hay países que han estado quemando por más tiempo y en mayor cantidad, [por lo tanto] se han beneficiado económicamente mucho más del uso de estos combustibles. Pues entonces deberían de tener otro nivel de responsabilidad”, critica.


Conectados por lo sagrado“Somos lo mismo, solo hay una frontera creada por los Estados que nos divide. Creemos en la solidaridad internacional de todos los pueblos indígenas luchando por territorio y agua. Este es un trabajo que nuestros ancestros soñaron”, dice la indígena Julia Bernal que viajó hasta México, en el Istmo de Tehuantepec, para encontrar otros pueblos, compartir sus sentires y tejer alianzas, en el Encuentro Continental Construyendo una Alianza contra Gasoductos y Otros Megaproyectos en Defensa de los Territorios de los Pueblos Originarios.


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