Publicado en El Salto Diario
13 de diciembre de 2024
Por Francesc Casadó
El avispero en que Israel está convirtiendo la región es la puesta en marcha de su proyecto sionista a base de masivos ataques con bombas y misiles.
Dos meses de plazo para un frágil alto el fuego en el Líbano. Es el tiempo que se han dado Israel y Hezbolá en garantizar el fin de los combates. Las continuas derrotas del ejército israelí intentando avanzar en el sur libanés y el rechazo de la opinión pública a la brutalidad sionista en los bombardeos contra la población de la capital, Beirut, decidieron al gabinete de Netanyahu a aceptar la propuesta del presidente saliente Joe Biden sobre un acuerdo de paz en el país levantino.
La Estrategia de Seguridad Nacional de la administración Biden (NSS-22) ha sido muy similar a la dictada en 2017 por Donald Trump. Entonces, el republicano, llamó “regímenes canallas” a Irán, Corea del Norte, Siria y Venezuela afirmando que apoyaban el terrorismo.
En el caso de Irán lo calificó como su mayor rival del siglo XXI por su programa nuclear. Para formar el nuevo equipo de seguridad y política internacional Trump recurrirá a los neoconservadores, como ya hiciera en la anterior legislatura. Los ‘neo-con’ defienden su máxima nacionalista de “Estados Unidos primero” en política exterior, pero sin renunciar al intervencionismo militar, es decir, amenazan con abandonar la OTAN sin que eso sea un hándicap para la hegemonía de EEUU. El próximo secretario de Estado será Marco Rubio, uno de los partidarios más incondicionales de Benjamin Netanyahu, y como embajador en Jerusalén, se nombrará a un predicador evangélico, Huckabee. No hay que olvidar que fue Trump quien destapó la caja de los truenos en Oriente Medio al trasladar la delegación estadounidense a Jerusalén.
El intento de ocupación del sur del Líbano ha puesto en evidencia el limitado poder disuasorio sobre el terreno de la misión de paz de Naciones Unidas. Las divisiones del ejército israelí (FDI) estuvieron atacando con apoyo aéreo y naval durante meses a Hezbolá sin resultado alguno mientras Netanyahu exigía evacuar a la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (FINUL son sus siglas en francés) para que no hubiera observadores internacionales de la invasión. Los cascos azules fueron atacados en repetidas ocasiones por el FDI, incluso en su cuartel general de Naqoura hasta el cese de hostilidades declarado en noviembre. Aun así, el Consejo de Seguridad de la ONU tomó la decisión de no retirar las tropas y continuar con su misión tras el cese de las hostilidades.
La FINUL fue creada en 1978 como fuerza para mantener la seguridad en la zona y proteger a la población civil, desde entonces Israel ha invadido en tres ocasiones el sur del Líbano combatiendo contra la OLP y Hezbolá. En la actualidad 34 países aportan sus tropas, incluyendo China, Francia y el Reino Unido, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Se trata del despliegue de cascos azules más grande del mundo compuesta por 10.000 soldados, 650 de ellos españoles. Durante la invasión se mantuvieron bunkerizados, ya que su misión consiste en la mediación y vigilancia sin poder recurrir a la fuerza militar. La pérdida de credibilidad por su inacción ha puesto en duda el mandato de Naciones Unidas. El analista Victor Tricaud afirma que se está limitando en gran medida el uso de la fuerza a la legítima defensa cuando existe una clara amenaza.
El fracaso de la ONU es el fracaso de las organizaciones intergubernamentales para solucionar la crisis, son necesarias nuevas mayorías con la participación del Sur Global. Actualmente solo cinco miembros forman parte de la permanente del Consejo de Seguridad. Desde los países emergentes se está pidiendo una reforma que debería incluir a India, Brasil y representantes de África con el fin de mejor garantía de la mayoría mundial.
Han quedado en suspenso los procedimientos del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) para suspender el comercio de armas con Israel y pedir una orden de arresto contra Netanyahu y su anterior ministro de Defensa por genocidio en la Franja de Gaza. Sobre la posibilidad de un embargo de material bélico a Tel Aviv propuesto en septiembre por la Asamblea General de la ONU los estados miembros de la Unión Europea están “fuertemente divididos” y ante la imposibilidad de tomar una decisión conjunta se ha decidido que sea competencia de cada nación. Alemania, Hungría y la República Checa son contrarios al embargo de material militar, a favor están Francia, España e Irlanda, entre otros.
A pesar de la retórica, la realidad es que España no ha impuesto ningún tipo de embargo de armas a la exportación/importación, los contratos de servicios o la colaboración con universidades de Israel. Para poder hacerlo formalmente el ejecutivo de Sánchez necesitaría modificar la Ley de comercio de armas, norma que no prevé la posibilidad de que el Estado pueda acordar embargos.
En noviembre la Corte Penal Internacional (CPI) ordenó la detención del premier israelí Netanyahu y su exministro de Defensa Yoav Gallant como responsables de crímenes de guerra y lesa humanidad. Pero el doble rasero de Francia y Alemania ha quedado al descubierto. Al ser miembros del Estatuto de Roma, texto fundacional de la CPI, los dos países dijeron “tomar nota” y aceptar la obligación de detener a los acusados si pisaban su territorio, pero tras la firma del acuerdo de alto el fuego en el Líbano galos y germanos han sugerido que no los arrestarán. Francia asegura que Tel Aviv no es miembro de la CPI y, por lo tanto, los acusados son inmunes a la orden de arresto, pero obvia que Rusia tampoco forma parte de la Corte y si está vigente una orden de captura contra el presidente Putin.
El avispero en que Israel está convirtiendo Oriente Medio es la puesta en marcha de su proyecto sionista a base de masivos ataques con bombas y misiles: primero en la Franja de Gaza contra Hamás; después en Líbano y la capital, Beirut para destruir la infraestructura utilizada por Hezbolá; ahora arremetiendo en todo el territorio sirio contra las instalaciones militares abandonadas por el ejército de Bashar al Asad. La cifra de desplazados por el conflicto es trágica. En la Franja de Gaza son casi dos millones las personas que han abandonado su hogar, un millón en el interior del Líbano y según la agencia ACNUR en Siria son aproximadamente un millón, la mayoría mujeres y niños, los desplazados desde el 27 de noviembre, fecha de la ofensiva de los rebeldes islamistas.
Algunos países europeos están amenazando con cerrar sus fronteras a los refugiados sirios. Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Grecia han dejado en suspenso las solicitudes de asilo tras la caída de El Asad y Austria anuncia deportaciones masivas de unos 40.000 refugiados sirios. Todas estas medidas hacen pensar en lo oportuno de recordar las declaraciones de la ministra de Exteriores alemana y candidata de Los Verdes, Annalena Baerbock, en el Bundestag: “Dejé claro a la ONU que los lugares civiles también pueden perder su estatus de protección porque los terroristas abusan de él. Eso es lo que apoya Alemania y lo que significa para nosotros la seguridad de Israel”.
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