Publicado en Camino al Andar
8 de noviembre de 2024
Por Jorge Alonso
El libro de Carmen Ventura Cartografías autonómicas en Michoacán: Utopías y Resistencias (coeditado en 2024 por la Cátedra Jorge Alonso, El Colegio de Michoacán, Retos y Clacso) es un importante avance para analizar los procesos autonómicos impulsados por comunidades indígenas en respuesta al modelo de acumulación capitalista y las dinámicas de despojo en sus territorios. Se trata de un cuidadoso estudio en torno a los procesos autonómicos de las comunidades. Da importantes pistas de diferentes resistencias frente al necrocapitalismo. Resulta un texto fundamental para comprender la complejidad de las luchas indígenas por la autonomía en tiempos de extractivismo. Otro importante aporte es que permite explorar los problemas de reconocimiento estatal, y posibilidades reales de autogobierno. Es una visión de cómo desde abajo se ensayan diferentes formas de autonomía y cómo se hace frente a un implacable proceso de acumulación depredador.
Las situaciones del despojo en la región michoacana se han agravado por la agresividad del crimen organizado. A mediados de año la comunidad indígena de Santa María Ostula denunció ataques con drones a su guardia comunal y contra la población. Un colectivo de Clacso difundió un comunicado exigiendo acción inmediata de los gobiernos estatal y federal para desarticular los grupos criminales que atentan contra esa comunidad. Se enfatizó que esas acciones de violencia se daban en el contexto de la disputa por los bienes naturales en la sierra costa michoacana. Se pidió respeto a la libre determinación y autonomía de esa comunidad bajo brutal asedio. Pero esto no solo sucede en Michoacán, también en Guerrero y sobre todo en tierras zapatistas. En las últimas semanas se ha mantenido una intensa campaña nacional e internacional exigiendo que se ponga un alto a la guerra en contra de los pueblos zapatistas. Se denunció que López Obrador había aplicado un plan de contrainsurgencia en contra de las comunidades zapatistas, con el objetivo de acabar con la organización, resistencia y autonomía del zapatismo. También habían bastado las primeras semanas para que la nueva presidenta prosiga con la guerra civil en Chiapas ordenada y sostenida por la Cuarta Transformación, por lo grupos paramilitares, por el crímen organizado, por las autoridades federales, estatales y municipales, pero sobre todo, financiada por los dueños del poder y del dinero. Se trata de una guerra estructuralmente diseñada que atenta directamente contra los pueblos y comunidades indígenas bases de apoyo del EZLN. Esa guerra capitalista se encarniza contra los pueblos que resisten a los megaproyectos de muerte como el tren maya, el Corredor Interoceánico y el Proyecto Integral Morelos. Ataca a quienes se oponen al depojo de la Madre Tierra, el Territorio y la Vida; a los pueblos que defienden el agua, bosques, ríos y recursos naturales. Se ha urgido a la presidenta a poner fin a la guerra contra los pueblos zapatistas. El clamor por la extinción del crimen organizado y de los grupos de contrainsurgencia que están operando impunemente, al amparto de la Cuarta Transformación también ha ido en aumento. Ese mismo colectivo de Clacso se pronunció en contra del asesinato del padre Marcelo en el contexto de esa guerra. La ejecución del Padre Marcelo ha sido una prueba de lo que él mismo había anunciado en la peregrinación por la Paz que encabezó a mediados de septiembre donde llamó la atención de que Chiapas era una bomba de tiempo, con una gran cantidad de desaparecidos, secuestrados, y asesinados. Consideraron que las autoridades locales, estatales y federales no han sido siendo capaces de garantizar la seguridad y la vida de su población, ni la del Padre Marcelo, convertido lamentablemente, en un referente de la actual situación de guerra que está sufriendo el territorio chiapaneco, como tantos otros territorios en México.
Levantó la voz y se sumó a las demandas hechas por las organizaciones indígenas y defensoras de derechos humanos nacionales e internacionales, con el clamor de que detuviera la guerra en Chiapas, que no ha sido atendido por las autoridades.
Como lo denunciaron cientos de colectivos nacionales e internacionales el narcomilitarismo ha estado despojando el territorio y operando junto con los tres niveles de gobierno en la legalización de esos despojos. Se ha recalcado que esa dinámica bélica obstaculiza la posibilidad de que las comunidades zapatistas prosigan construyendo su autonomía desde el común e inspirando a otras comunidades a sobrevivir al colapso. Las violencias se han multiplicado y han dinamizado corporaciones criminales aliadas con instancias económicas y políticas para extender esa guerra por todo México. Existe el temor de que esta guerra genocida pueda durar mucho tiempo. Los pueblos y organizaciones de los de abajo tienen el reto de buscar y encontrar modalidades no solo de defensa sino para avanzar en sus proyectos de vida.
Hay preocupación debido a que la situación mundial se ha tornado sumamente adversa y compleja. Por ejemplo en Perú después de muchas y largas movilizaciones los grandes contingentes se cansaron pues vieron que tanto esfuerzo no lograba romper las imposiciones de arriba. No obstante, las comunidades originales han proseguido en la defensa de sus territorios. En Chile al cumplirse cinco años del estallido popular perduran los factores que lo detonaron. El movimiento popular ha intentado reactivarse. Se denunció que el bloque en el poder chileno ha intensificado la represión. A finales de 2024 los de abajo sufren aumento brutal del costo de la vida, la corrupción institucional, enormes carencias de vivienda, salud, y trabajo digno. Las políticas de los de arriba siguen castigando y empobreciendo a las mayorías, y enriqueciendo a unos pocos. La juventud popular apenas logra conseguir los peores empleos y debe endeudarse para estudiar. Se ha denunciado la represión de la legítima resistencia autonomista del pueblo nación Mapuche con militarización, cárcel y montajes judiciales. Se ha recordado que persiste la impunidad para las y los manifestantes que fueron víctimas de mutilaciones y violaciones sistemáticas de sus derechos humanos. Una evaluación con datos duros ha arrojado que la situación se encuentra peor que hace un lustro. No obstante, lo que ha permanecido con gran actividad es la defensa radical de una parte del pueblo mapuche por oponerse a la colonización militarizada que reprime y encarcela a los luchadores de ese heroico pueblo. Comunidades mapuche siguen manifestando su rechazo absoluto a las viejas y nuevas modalidades de saqueo y devastación de su territorio. Crece la exigencia de que sean devueltas las tierras usurpadas por las forestales. Los mapuche han aclarado que no son los indígenas de Chile, sino pueblo ancestral mapuche. Se ha denunciado que en Chile existe una flagrante vulneración de todos los derechos fundamentales de los pueblos originarios.
En la parte autonomista del pueblo Kurdo la lucha y la organización basada en la revolución de las mujeres persiste, pero las agresiones sobre todo por parte del imperialismo turco también han ido en aumento con bombardeos continuos y ataques armados contra la autonomía y el confederalismo democrático. Al gran poder transnacional y corporativo le interesa aplastar cualquier resistencia popular autónoma que se oponga a los despojos y quiera vivir autogobernándose. Día a día la guerra contra los pueblos sobre todo los originarios ha llegado a extremos inauditos.
Se ha denunciado que la crisis del capitalismo imperialista se manifiesta en las guerras, el hambre, la explotación y la destrucción de la naturaleza. Se recuerdan las maniobras del poder para desmovilizar al pueblos. Sin embargo, dichos pueblos resisten no solo para sobrevivir, sino también para mantener la construcción de un mundo totalmente otro. El libro de Carmen Ventura ayuda a proseguir en esa búsqueda.
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