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Melodías y recuerdos: la música en los ejercicios de memoria por las personas desaparecidas

27 de diciembre de 2024

Por Eulise Rosas Jácome/ GIASF

Caminaré

Por todos los rincones de este mundo

Te buscaré

Quiero llegar a ti, quiero encontrarte

Mi corazón, te extraño tanto

Nunca te olvido

Luz, La Santa Cecilia


El sábado 23 de noviembre de 2024, en la plaza Tlaxcoaque en el centro de la Ciudad de México, se llevó a cabo el festival “Resonancias del Caracol/ Memorial musical por Nuestr@s Desaparecid@s/ Alto a la guerra en Chiapas”, evento autogestivo convocado por la Red Universitaria Anticapitalista (RUA). Este evento atendió, a través de la música, el llamado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a “buscar a las que buscan” [1] en un país con más de 119,000 personas desaparecidas [2], y para exigir un alto a la guerra contra los pueblos zapatistas.


La propuesta de Resonancias del Caracol, además de ser un espacio de denuncia y visibilización de la violencia y desapariciones generalizadas en el país, fue usar la música para construir un espacio de reivindicación y contribuir al mantenimiento de la memoria sobre la desaparición. Esto,  específicamente también para resignificar el espacio de la plaza Tlaxcoaque, en cuyo espacio se cometieron múltiples atrocidades, pues ahí se ubicaba el edificio de la División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD), el cual funcionó durante el período contrainsurgente (1965 a 1985) como centro de detención y tortura para presos políticos y grupos vulnerados.


En este sentido, la función de la música en estos ejercicios de memoria trasciende su dimensión simbólica para posicionar el arte, como dice Argellia Guerrero, desde “su utilidad y capacidad de generar cambio, acompañar y aportar respuestas” [3]. Así, crea espacios donde las víctimas también participan, potenciando sus capacidades transformativas y la generación de procesos de inclusión [4].


Durante el evento se compartieron las experiencias de Inés Lázaro, quien busca a su hijo Francisco Sandoval Lázaro, que lleva 6 años desaparecido; María Herrera Magdaleno, Doña Mary, madre de Raúl (23 años), Salvador (27 años), Gustavo (28 años) y Luis Armando (25 años), desaparecidos entre 2008 y 2010 en Michoacán y Veracruz [5]; Daniela González, madre de Axel Daniel González, desaparecido el 23 de junio de 2022 a la edad de 16 años, y Jaqueline Palmeros, madre de Yael Monserrat, desaparecida el 24 de julio de 2020 a la edad de 20 años.


En estos ejercicios de resistencia, la música se presenta como mecanismo para la construcción de la memoria colectiva [6], pues como manifestación artística sirve de sostén y vía, a través de la cual se expresan las demandas de justicia, como mencionan Verónica Cannarozzo y Marcelo Krikorian, “visibilizando no solo a las víctimas y la vulneración de sus derechos, sino también las consecuencias de las violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos” [7].

María Herrera en el festival Memorial Musical “Resonancias del Caracol”. Obturador MX.


A su vez, estas propuestas suelen ser de naturaleza colaborativa, lo que permite la interrelación entre la comunidad y los colectivos, cuya participación directa los consolida como sujetos visibles y activos [8]. De esta manera, el festival “Resonancias del caracol” se realizó en compañía y colaboración de madres y familias buscadoras, pueblos zapatistas y pueblos del Congreso Nacional Indígena (CNI), la Red de Apoyo Iztapalapa Sexta, Brigada Marabunta, Cooperativa Desde el nido del Colibrí, Bamboo Salud Integral Cooperativa, la Comunidad Otomí residente en la Ciudad de México, las compas de la Kocina Komunitaria (KOKO) de la comunidad de Xochitlanezi, y el Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana; así como con la colaboración de los artistas Mare Advertencia, Los Cogelones, Colectivo Kumantuk Xuxpë, Argelia Guerrero Rentería, El Mastuerzo, Amapola, Sofía Escamilla, Maricalendula, Amenic & DJ Trikis, Sofia Kowo & Cihua Coatl, La Yerbabuena, Dj Dubson y Dj Edson [9].


Otro ejemplo es la iniciativa “Voces por los 43”, concierto realizado el 25 de agosto de 2016 para exigir al gobierno la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos desde el 26 de septiembre del 2014. Este concierto, realizado en la explanada del estadio Azteca como parte de la acción Global por Ayotzinapa, fue convocado por la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” y por madres y padres de los 43 estudiantes desaparecidos, y contó con la colaboración de las bandas Barcos de Papel, Deuol, Fallas de Origen, Fausto Arrellín, Guillermo Briseño, Insidio, La Kaskivana, La Tremenda Korte, Los Dekkers, Pantera Romano, Santo Mezcal, Suena Sabroso, Vayijel Rock Totzil (de San Juan Chamula, Chiapas [10]. En este concierto se manifestó la necesidad de los padres y madres de Ayotzinapa por recordar a la población que siguen buscando a sus hijos, así como exigir verdad y justicia en el caso.  


La música en relación con la desaparición ha servido, por tanto, para expresar lo innombrable desde sus letras. Homero Ontiveros recoge en su artículo “Las canciones de la ausencia” una lista más que completa de las expresiones musicales sobre la desaparición: “los dinosaurios” de Charly García, León Gieco y Ataque 77, que le cantan a los desaparecidos de la dictadura argentina; Rubén Blades con “Desapariciones” y Viento Roots con “Juan Espera”, ambos sobre las ausencias causadas por la violencia de Estado; “1993” de Panteón Rococó, “Tú ya no estás” de Arturo Meza y “Antes de que nos olviden” de Caifanes; “Día 730” de Intocable dedicada a las mujeres asesinadas y desaparecidas de Juárez; Lenin Ramirez con “Ya Me Cansé”, sobre los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.


A esta lista cabe agregar el trabajo del rapero Cuauhtli Hunaac-cel, la canción “Luz” de La Santa Cecilia, que forma parte de la banda sonora del documental “Las tres muertes de Marisela Escobedo”, que retratan el camino de Marisela Escobedo Ortiz en su búsqueda de justicia por el feminicidio de su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo; así como “Canción Sin Miedo“, de Vivir Quintana, que sonó con tanta fuerza junto al coro ‘El Palomar’ en el zócalo de la Ciudad de México, el 7 de marzo de 2020, en el marco del Día Internacional de la Mujer.


Sin embargo, uno de los acercamientos más importantes que tiene la intersección entre la música y la memoria es el que nos habla de la música favorita de las personas desaparecidas, aquella música que hace recordar su presencia. Este sentimiento ha impulsado proyectos colectivos como el “Cancionero para no Olvidar”, proyecto de resistencia contra el olvido impulsado por madres, abuelas, hermanas, familiares y amigos de personas desaparecidas, promovido por la fotógrafa Zahara Gómez Lucini y en colaboración con Fuerzas Unidas Por Nuestros Desaparecidos(as) en Nuevo León (FUNDENL), que recoge las canciones preferidas de 38 personas víctimas de desaparición forzada de Nuevo León, Coahuila, Sinaloa, Ciudad de México, Estado de México y Guanajuato, así como los testimonios de quienes les buscan [11].


Cabe mencionar también el libro “La presencia de la ausencia”, realizado por FUNDENL, que tiene la intención de dar a conocer los gustos, planes y ocupaciones de 14 jóvenes desaparecidos en Monterrey, entre 2011 y 2015. Entre las descripciones que se hacen de estos jóvenes no es raro que se incluya la música que escuchaban como un elemento a resaltar al momento de recordarlos [12].


La memoria es más que solo no olvidar: es hacer el ejercicio de traer al presente la esencia y la presencia de las personas que no están, y traer al presente las violaciones sistemáticas de derechos humanos y/o las violencias que causaron dichas pérdidas. Mantener y producir memoria sirve, por tanto, como impulso para las luchas por la justicia y dignidad, y nutren los proyectos colectivos que difunden la historia pasada y presente de estas luchas.


Ya sea motivando actos y espacios colectivos, en la composición de artistas en relación con un contexto de violencia y desaparición, o como catalizador del recuerdo de una ausencia, la música está ligada a la representación social del dolor y el cariño. Como mecanismo para la construcción y el mantenimiento de la memoria, la música y las representaciones artísticas intervienen necesariamente en las luchas sociales y las apuestas colectivas, afianzando las redes internas, motivando la inclusión de nuevos actores y haciendo de conocimiento público las violencias estructurales responsables de la desaparición.


*Eulise Rosas Jácome es egresada de la Licenciatura en Sociología por la UNAM, estudiante asociada al GIASF y miembro del equipo de catalogadoras de los proyectos “Archivos de la Resistencia” y “Archivos de la Represión” de Article 19.


El Grupo de Investigaciones en Antropología Social y Forense (GIASF) es un equipo interdisciplinario comprometido con la producción de conocimiento social y políticamente relevante en torno a la desaparición forzada de personas en México. En esta columna, Con-ciencia, participan miembros del Comité Investigador, estudiantes asociados a los proyectos del Grupo y personas columnistas invitadas (Ver más: http://www.giasf.org)


La opinión vertida en esta columna es responsabilidad de quien la escribe. No necesariamente refleja la posición de adondevanlosdesaparecidos.org o de las personas que integran el GIASF.


Referencias

[1] Ibero. Resonancias del Caracol: Memorial musical por nuestras personas desaparecidas. 22 de noviembre de 2024. https://ibero.mx/prensa/resonancias-del-caracol-memorial-musical-por-nuestras-personas-desaparecidas

[2] Contexto Nacional. Versión estadística RNPDNO. Periodo del 31/12/1952 al 05/12/2024. https://versionpublicarnpdno.segob.gob.mx/Dashboard/ContextoGeneral

[3] Guerrero, Aracelia. Arte que abraza y acompaña. Ludoteca Ayotzinapa. Discurso Visual, Revista arbitrada de artes visuales. (2018). Tercera época, enero-junio 2019, pág. 48. https://www.discursovisual.net/dvweb43/PDF/06_Arte_que_abraza_y_acompana_Ludoteca_Ayotzinapa.pdf

[4] ibid.

[5] ReverdeSer Colectivo. Palabras de María Herrera Magdaleno, madre de cuatro hijos desaparecidos, en la marcha del 10 de mayo. 13 de mayo de 2015. https://repositorio.colmex.mx/concern/archival_documents/jd472x761?locale=en

[6] Suárez, Andrea (2010). Construcción de memoria colectiva a través de la música. La experiencia del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo. Trabajo de grado para optar por el Título de Politóloga. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá D.C. https://www.academia.edu/83968945/Construcci%C3%B3n_de_memoria_colectiva_a_trav%C3%A9s_de_la_m%C3%BAsica_La_experiencia_del_Movimiento_de_las_Madres_de_Plaza_de_Mayo

[7] Cannarozzo, Verónica; Krikorian, Marcelo. Música y derechos humanos. 197 notas por memoria, verdad y justicia en Uruguay. (2023). Revista Latinoamericana De Derechos Humanos, 34(2), 1-25. Pág. 18. https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/derechoshumanos/article/view/18403/28381

[8] Capasso, V. C., & Bugnone, A. L. (2019). Activismo artístico y memoria: el caso de la desaparición de Santiago Maldonado. Cuadernos De Música, Artes Visuales Y Artes Escénicas, 14(2), 23–41. Pág. 27. https://doi.org/10.11144/javeriana.mavae14-2.aaym

[10] Ponce, Roberto. ‘Voces por los 43”, rock en el Estadio Azteca. 26 de agosto de 2016. Proceso. https://www.proceso.com.mx/cultura/2016/8/26/voces-por-los-43-rock-en-el-estadio-azteca-169622.html

[11] Briseño, Isabel. Cancionero “para no olvidar” a las personas desaparecidas. 11 de  septiembre de 2022. Pie de Página. https://piedepagina.mx/un-cancionero-para-no-olvidar-a-las-personas-desaparecidas/

[12] Ontiveros, Homero. Las canciones de la ausencia. 4 de septiembre de 2018. La Zona Sucia. https://www.lazonasucia.com/canciones-de-la-ausencia-desaparecidos/


*Foto de portada: El 23 de noviembre se llevó a cabo el Memorial Musical “Resonancias del Caracol” en Plaza Tlaxcoaque, donde se presentaron diversos grupos musicales como un acto de protesta por las personas desaparecidas y exigiendo un alto a la guerra en Chiapas. (Rebeca Herrera/Obturador MX)

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