Por Gilberto López y Rivas.
Publicado en Bajo Tierra Ediciones.
18 de julio de 2021.
Estas palabras buscan incentivar la lectura de un texto escrito con rigor. En tanto prólogo no sigue las pautas habituales. No es resumen. Es un recorrido que rompe el orden de exposición propuesto por el autor. Me dejé seducir por las ideas y las reflexiones que López y Rivas plantea de forma abierta y descarnada. Además, el autor tiene la virtud de sintetizar con un lenguaje claro el momento que viven México y América Latina. Describe la lucha contra el neoliberalismo militarizado, la necropolítica y las nuevas formas de exterminio de los pueblos indígenas. No presenta críticas hueras. Selecciona y fija conocimiento. No es una suma de tablas estadísticas, éstas aparecen acompañando la explicación. El libro da argumentos para el debate y la formación militante. Es parte de la lucha política y teórica por apropiarse de la realidad. Una propuesta de pensamiento subversivo para ganar, no sólo para resistir.
Bajo el título Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación se esconde un trabajo minucioso, que recorre el debate teórico enfrentado por la corriente indigenista hasta su mutación en etnopopulismo. Desgrana su evolución desde sus comienzos en los años cuarenta del siglo pasado, bajo la batuta de Manuel Gamio, antropólogo que sentó las bases del edificio culturalista que niega la identidad de los pueblos indígenas. Su máxima “no se trata de indianizar México, sino de mexicanizar al indio”. Sobre estos pilares, nos dice el autor, vio la luz el Instituto Nacional Indigenista, fundado en la superioridad étnico-racial de la cultura capitalista, blanco-criolla. Lo indígena pasó a ser un resabio a superar bajo las ideas de progreso técnico y asimilación cultural. López y Rivas centra el debate. El nacimiento del etnopopulismo en los años sesenta, cuyos teóricos más destacados fueron Arturo Warman y Guillermo Bonfil Batalla, supuso la visión más alambicada del indigenismo, cuyo eje fue el concepto de la nación con hegemonía monoétnica. Desde esta posición rebate y propone una salida para romper el círculo vicioso: el etnomarxismo. En su interior problematiza el concepto de nación, de pueblos sin historia, para, desde la crítica, recuperar las bases de una propuesta alternativa, abierta, en que la posibilidad de crear autonomías regionales favorezca la emergencia de “una entidad nacional de nuevo tipo: popular, multiétnica, pluralista y democrática. El desarrollo de la nación tiende, pues, a romper con los límites y superar las contradicciones de la nación burguesa, las cuales se expresan fundamentalmente en la explotación de clases, el racismo, la segregación de los pueblos indios, la opresión peculiar de las mujeres-patriarcado, la discriminación a grupos de edad, la exclusión de los jóvenes y el control imperialista de nuestras economías y sociedades”. Es la disputa por la nación, dirá López y Rivas, y el etnomarxismo evidencia los múltiples reduccionismos en los que incurren las visiones etnopopulistas e indigenistas, economicistas, esencialistas, clasistas. De esta manera, López y Rivas sostiene que una propuesta de Estado multiétnico, democrático, popular, antipatriarcal y plural, sólo será posible redefiniendo el contenido de la nación, siendo las reivindicaciones de autonomía regional de los pueblos indígenas el eslabón capaz de dar fuerza a la propuesta.
El autor nos adentra en el proceso de recolonización de los territorios, en la lucha contra la minería tóxica, el narcotráfico, la contrainsurgencia y los retos que supone la configuración de las autonomías regionales. La Cuarta Transformación es el punto de partida para exponer cómo se han rediseñado los espacios de lucha con el cambio de gobierno. Los megaproyectos y sus consecuencias son analizados sin vendas ni complacencias. Pasa revista al Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas, el corredor interoceánico del Istmo, el Proyecto Integral Morelos o el nuevo aeropuerto, entre otros. Así, la crítica nos adentra en el significado político del triunfo electoral de Morena y la presidencia de AMLO. El autor nos advierte: los “resultados constituyen la expresión de un hartazgo ciudadano sobre la grave situación económica-social-medioambiental y la catástrofe humanitaria causada por los gobiernos neoliberales de las últimas décadas, sin negar la legitimidad ganada durante una larga campaña electoral de AMLO”.
López y Rivas huye de congraciarse y ser complaciente con el poder. Su crítica pone el dedo en la llaga. No constata el hartazgo, interpreta la dirección que toma el nuevo gobierno. Es contundente y subraya:
“el discurso conciliador del candidato ganador hacen pensar en una concertación a partir de la cual no habría castigo por los crímenes de Estado y lesa humanidad del gobierno saliente ni tampoco litigio penal sobre el visible saqueo del erario y la evidente complicidad de los tres niveles de gobierno con el crimen organizado. Asimismo, es significativo que, en el primer discurso como candidato ganador, López Obrador mandase un mensaje a las corporaciones capitalistas para tranquilizarlas de que no tomaría medidas radicales, se respetarían los contratos y no habría expropiaciones y, en ese contexto hay que entender su lema preferido: “Por el bien de todos, primero los pobres”, sobre el cual habría que preguntarse: quiénes son todos?”
Asimismo, entreteje las dinámicas políticas, las luchas y las resistencias, contraparte del proyecto neoliberal militarizado de la necropolítica. Para López y Rivas, la emergencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln) es un punto de inflexión. Desde su aparición el 1 de enero de 1994, sus propuestas de autonomía regional otorgan un carácter seminal a las luchas democráticas del continente. En un trabajo minucioso recorre sus fases de lucha, sus reivindicaciones, sus logros, así como las maniobras de contrainsurgencia que moldearon la guerra contra los pueblos indígenas. El texto es una guía que disecciona la trayectoria del ezln, sus experiencias de diálogo y negociación, sus avances, traiciones y retrocesos. Y matiza: su presencia ha provocado un cambio en las luchas democráticas, por la dignidad y la justicia. En este sentido, señala el autor, el protagonismo de los pueblos mayas e indígenas modifica la agenda del poder constituido. Para avalar dicha premisa, hace un recorrido hasta la candidatura de la vocera del Concejo Indígena de Gobierno, María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, en 2018. En este camino desvela cómo se han enfrentado a las manipulaciones de los gobiernos del pri y el pan, a las maniobras del prd y ahora de Morena.
Sus páginas son una síntesis inmejorable que pone al lector en una perspectiva global desde la cual interpretar la coyuntura y las alternativas anticapitalistas. El texto analiza cómo se han gestado las propuestas conservadoras que buscan por medios legales, ilegales, ilegítimos y violentos, contrarrestar la fuerza de los movimientos independientes de los pueblos indígenas en sus demandas de autonomía regional. Llama la atención, dice López y Rivas, que sea precisamente México, el país más letal tras Siria, aquel donde el neoliberalismo actúa con más violencia estructural. Durante la última campaña presidencial, apunta, fueron 132 los candidatos asesinados. Hoy han pasado al olvido.
En esta línea de argumentación, López y Rivas enfatiza la necropolítica dirigida hacia los dirigentes indígenas de comunidades o representantes de la sociedad civil organizada en la defensa del medio ambiente, comités de autodefensa comunitaria y líderes sindicales. Los atentados y los asesinatos cometidos por bandas paramilitares, por sicarios pagados por transnacionales o directamente por militares y fuerzas policiales, son una seña de identidad. El autor se ayuda del manifiesto del Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno, para denunciar que, en los primeros cinco meses del gobierno actual, 10 integrantes de su organización fueron asesinados. “Cada uno de los asesinados era miembro de comunidades en proceso de lucha y resistencia en defensa de sus territorios contra megaproyectos y/o tráfico de drogas, armas y personas.” Bajo este paraguas analiza el caso de Samir Flores, sin olvidar los crímenes contra los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
López y Rivas entreteje las luchas de los pueblos indígenas al amparo del convenio 169, suscrito en 1989 por la oit. En su explicación devela las corrientes ideológicas que los Estados han practicado para combatirlo. Si la oit reconoce el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, así como su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan directa e indirectamente, López y Rivas descubre las argucias de los Estados-nación para negarlo. El etnocidio, el racismo, la segregación, la discriminación y la explotación, tanto como el colonialismo interno.
En sus páginas aparecen los actores, los sujetos, los mecanismos de dominación y de rebeldía frente al neoliberalismo. Un juego de posiciones en que la imaginación, el compromiso y las nuevas formas de lucha ganan espacios, obteniendo victorias que tienen un efecto multiplicador a la par que hacen retroceder al mal gobierno, cuando no suponen la derrota de empresas mineras extractivistas, hidroeléctricas o caciques regionales. Los triunfos contra la empresa canadiense Fortuna Silver y las transnacionales eólicas, hidroeléctricas o agroindustriales son relatados en profundidad.
Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación es un texto escrito con valentía. Un trabajo que era necesario acometer en tiempos en que el conformismo intercambia democracia por seguridad. Excusa suficiente para justificar la creación de la Guardia Nacional, señala López y Rivas en su ensayo. El texto no es una descripción de hechos, es la historia, contada a contrapelo, de la digna rabia, la resistencia y la rebelión que atesoran en la memoria y la conciencia colectiva los pueblos indígenas de México y América Latina.
López y Rivas pone sobre la mesa los aspectos menos visibles del capitalismo transnacional en tiempos de pandemia. Sus maneras de actuar en la actual crisis medioambiental, ecológica y humana. Una deriva peligrosa que atenta contra la humanidad, los valores democráticos y la justicia social bajo un capitalismo afiebrado, cuyos efectos son el ataque a los pueblos indígenas, a sus propiedades comunitarias, territorios, riquezas naturales y cultura. Ataques que no escatiman en practicar la apropiación ilegítima del conocimiento de los pueblos originarios, transformando en mercancía un saber ancestral, volviéndolo pingües beneficios para las empresas de tecnología médica y biogenética.
Las posesiones de los pueblos indígenas, apunta López y Rivas, son objeto de deseo de las transnacionales. Para lograrlo no han escatimado en proyectos ad-hoc, entre otros, el Instituto Lingüístico de Verano, creado allá por los años cincuenta del siglo pasado y financiado por la cia. Hoy, el Proyecto México Indígena y las expediciones Bowman. Ambos, prolijamente descritos en el texto. El conocimiento atesorado por López y Rivas queda de manifiesto al relatar sus orígenes, su desarrollo y las complicidades criollas.
Rastrea sus huellas hasta descubrir cómo y de qué manera se articulan antropólogos, científicos sociales, matemáticos, universidades, fuerzas militares, para construir escenarios contra un enemigo identificado con fuerzas sociales emergentes ligadas a movimientos de los pueblos indígenas. El autor da en el blanco cuando denuncia el Proyecto México Indígena en Oaxaca, financiado por la Oficina de Estudios Militares para el extranjero del Departamento de Defensa de Estados Unidos. El plan, dice, tiene como objetivo: “la desaparición de las formas colectivas que sustentan los procesos autonómicos de los pueblos indígenas”. Y no se anda por las ramas, cita a su coordinador, el teniente coronel Geoffrey Demarest, entrenado en la Escuela de las Américas. El Proyecto México Indígena en palabras del militar, es un “[…] plan estratégico se convierte en la habilidad para retener y adquirir propiedad alrededor del mundo”.
A medida que la lectura avanza, se esclarecen los métodos de enajenación del terrorismo de contrainsurgencia desplegados por los aparatos represivos del Estado neoliberal militarizado. A la par, López y Rivas pone de manifiesto las estrategias de resistencia y las luchas para contrarrestarlos. Nuevamente, el ejemplo del ezln, las Juntas del Buen Gobierno y la articulación de los municipios autónomos de rebeldía zapatista son rescatados para evidenciar la fuerza de un proyecto anticapitalista fundado en el mandar obedeciendo. Así, por mucho que se quiera invisibilizar, la propuesta de autonomía regional es el referente para construir alternativas. Experiencia retomada por el pueblo mapuche, que resiste en Chile y Argentina, y por los aymaras en Bolivia, que sufren las consecuencias del golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales.
Hoy, nos dice López y Rivas, la lucha por el establecimiento de:
“las autonomías de los pueblos indígenas en América Latina tiene repercusiones de carácter histórico en la reconfiguración democrática de los Estados-nación contemporáneos, ya que se reconoce la pluralidad de los orígenes étnicos, lingüísticos, culturales y regionales en la composición del Estado. Se reconocen también los derechos específicos de los pueblos indígenas a partir de una perspectiva integral que toma en cuenta los derechos políticos, económicos, culturales, sociales que se expresan en los autogobiernos.”
Pero no sólo se trata de autogobiernos a secas; las autonomías de los pueblos indígenas en el caso de América Latina, dirá, asume en la mayoría de los casos un carácter anticapitalista. No son viables si el capitalismo neoliberal persiste con sus políticas de colonialismo interno y etnocidio. López y Rivas da las pautas para seguir la trayectoria del proceso de autonomías regionales en América Latina. Sus antecedentes, apunta, se ubican en i) la experiencia desarrollada en la costa atlántica por los pueblos sumos, ramas y misquitos durante la Revolución sandinista en 1987; ii) el mayor grado de organización, consecuencia de las protestas y resistencias contra la celebración en 1992 del V Centenario de la invasión de América y iii) la lucha por lograr una mayor presencia de los pueblos indígenas en la Constitución política.
La historia que relata desvela las vergüenzas del poder político y cómo se urdió una traición para no validar los acuerdos de San Andrés, firmados el 16 de febrero de 1996. López y Rivas formó parte del diálogo. Su experiencia y conocimiento sobre el terreno dan fuerza a los argumentos y sumergen al lector en la historia. Describe como nadie las luchas, las esperanzas, las desafecciones y el momento actual, en el que se entrecruzan las resistencias con la guerra contrainsurgente y el acoso con nuevas máscaras, cuyo fin es romper las formas de rebeldía nacidas de la insurrección zapatista. Los megaproyectos, la minería contaminante, la persecución, el asesinato de dirigentes indígenas, el uso de técnicas de contrainsurgencia, la detención ilegal, la manipulación de la justicia, las acusaciones de narco-guerrillas, y el acoso permanente, son fórmulas de un terrorismo global de Estado.
Asimismo, expone las reformas neoliberales introducidas en las constituciones políticas de América Latina. La renuncia explícita de los Estados-nación a ser los custodios y propietarios de recursos hídricos, flora, fauna y riquezas minerales dentro del territorio nacional. Es la apertura comercial y financiera, la desinversión pública y la desarticulación de las políticas sociales. Son los procesos de privatización.
Centrado en el caso de México, desvela cómo la Constitución de 1917, nacida de la revolución, ha sido amputada hasta volverla irreconocible. La posibilidad de enajenar tierras ejidales y pertenecientes a los pueblos indígenas otorga patente de corso a las transnacionales para desembarcar con sus megaproyectos. Con los mismos métodos, extorsión, paramilitares, mentiras y manipulación legal, tejiendo alianzas con las plutocracias y penetrando en territorios propiedad de los pueblos indígenas, están destruyendo el patrimonio cultural y esquilmando las riquezas del país. Citando el trabajo de Carlos Rodríguez Wallenius, el autor aprovecha para remarcar “que las prácticas y los marcos de actuación de las empresas mineras son fundamentales para entender el modelo de acumulación por desposesión, como mecanismo de explotación del capital que se basa en la privatización de los bienes públicos y el despojo de recursos comuneros”. Así, López y Rivas enfatiza que la contrarreforma salinista del artículo 27 constitucional y la ley agraria en 1992, los cambios sustanciales de la ley minera de 1993, así como la puesta en marcha del tlcan en 1994, son los que permitieron abrir discrecionalmente el sector minero a las empresas extranjeras, otorgar preferencias a sus explotaciones, exploraciones y beneficios (¡que de manera inaudita se consideran de utilidad pública!) sobre cualquier uso del suelo, incrementar la duración de las concesiones a 50 años y prestar todo tipo de facilidades en tiempo y forma” para adueñarse de grandes cantidades de hectáreas, literalmente robadas a las comunidades indígenas y campesinas del país ¡en una superficie que constituye… 26 % del territorio nacional! En 17 países de América Latina, nos recuerda López y Rivas, se han producido 164 conflictos con las empresas de extracción minera contaminantes.
El texto cierra reivindicando la vigencia de los Acuerdos de San Andrés, así como la voluntad política del ezln de llevarlos a buen término, haciendo que “las experiencias de la nueva autonomía que se establecieron en territorio de hegemonía zapatista, y en otras geografías del país, marcan la diferencia de la nueva era, en la que los pueblos viven en la dignidad que otorga una forma de expresión del poder popular sin burocracias ni mediaciones”. Sólo revirtiendo las reformas neoliberales, poniendo sobre la mesa la necesidad de reabrir el diálogo, frenando las acciones de contrainsurgencia activa y preventiva puestas en práctica desde la rebelión zapatista, no sólo en “Chiapas sino también en regiones de Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Puebla, entre otros estados”, será posible la construcción de un proyecto político en que se hagan realidad las premisas del ezln, en que sea posible la creación de un mundo donde quepan todos los mundos.
El texto que tienen en sus manos es parte inseparable del compromiso vital, intelectual, académico y militante al cual Gilberto López y Rivas no renuncia, sino que reivindica. Ha sido un honor escribir el prólogo. Pero, si no les motiva, aconsejo saltarlo, aunque sea dicho al final del mismo, e ir directamente a sus páginas. Estoy seguro no les defraudará.
Marcos Roitman Rosenmann
Madrid, 28 de abril de 2020. Quinta semana de confinamiento en tiempos de coronavirus.
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