Por un nuevo internacionalismo de los oprimidos.
Arturo Anguiano. Publicado en Camino al andar / 13 de mayo de 2021
Pintura: Beatriz Aurora
Los rebeldes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) han vuelto a romper el cerco con el inicio de su vuelta al mundo en lucha contra el capitalismo neoliberal y por la defensa de la vida.
Se dice fácil, pero por más de 27 años las comunidades rebeldes de Chiapas han sufrido el asedio y el cerco por parte de fuerzas represivas legales e ilegales de los distintos gobiernos, sin importar sus colores o pertenencias partidarias. Así fue con Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) que incluso bombardeó comunidades o con Ernesto Zedillo (1994-2000) quien -guiado por su racismo patológico y su ausencia de autoridad- dejó en el Limbo los Acuerdos de San Andrés acicateados por la presión de una sociedad indignada y alerta, realizando en cambio operaciones militares masivas que desembocaron en una cruenta guerra de baja intensidad implementada con cuerpos paramilitares organizados por el Ejército y políticas asistenciales dirigidas a desgarrar el tejido de las comunidades. Vicente Fox (2000-2006) pretendió recuperar los acuerdos firmados por los representantes del Estado y la comandancia zapatista, pero -como todo en él- al final sólo fue una mascarada mediática que refrendó el racismo, la exclusión contra pueblos indígenas condenados a vegetar en tanto poblaciones vulnerables destinadas a la extinción. Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018) llevaron la guerra a todo el país, mientras prosiguieron acorralando, atacando y buscando dividir a las comunidades zapatistas con todos los medios imaginables y echando mano de muy variadas fuerzas políticas estatales (priistas, panistas, verdes, perredistas).
Con Andrés Manuel López Obrador (2018-2024?), a pesar de su demagogia y alusiones a tradiciones de izquierda, arropado con el añejo neoindigenismo priista, reforzó con más fuerzas militares, programas asistenciales (ahora de carácter caritativo) e incluso con el patrocinio de grupos paramilitares reconstituídos, el cerco contra el EZLN, al que añade un muro de mentiras y calumnias contra los zapatistas y quienes bregan por resguardar la vida amenazada -ahora todavía más- con los megaproyectos neocoloniales con los que el presidente busca congraciarse con los grandes capitales que dominan al planeta.
Pero toda la fuerza del Estado -como gustan presumir los gobernantes- no ha sido capaz de silenciar ni anular a los rebeldes zapatistas, quienes desde diciembre de 1994, luego de su aparición fulgurante el 1 de enero de ese año, rompieron el cerco expandiéndose territorialmente con la creacion de los municipios autónomos, precisamente bajo el influjo entonces de la erupción del Popocatépetl. Lo mismo con inciativas que, una y otra vez, a contracorriente, los llevaron a encontrar y a recorrer todo México (consultas nacionales, salidas de comisiones de bases de apoyo, Marcha del Color de la Tierra, la Otra campaña, el 13 Baktun de 2012, la propuesta de la candidatura presidencial indígena con María de Jesús Patricio, Marichuy, como vocera del CNI-CIG). Cercos policiaco-militares, político-sociales, mediáticos (ni te veo ni te oigo) y hasta murallas de oprobio procedentes de un presidente cacique, resultan del todo inútiles ante pueblos decididos a luchar y construir alternativas de vida colectiva a través del autogobierno y la autogestión. Por eso, todavía en agosto de 2019, rodeado y sitiado de mil maneras, anunció el EZLN una nueva ruptura del cerco, expandiendo su territorio, de por sí vasto, con más municipios autónomos y nuevos Caracoles, con sus Juntas de Buen Gobierno, hasta completar 16.
Romper el cerco, volver estruendoso el silencio, hacer visible lo invisible en forma rotunda, no ceder, persistir en la necedad rebelde de construir alternativas en terrenos minados por la irracionalidad de un capitalismo considerado fatal e insuperable, mostrar en fin que los nadie, los excluídos y oprimidos, los proscritos, los condenados de la Tierra, son quienes en verdad quieren y pueden combatir un orden social sin remedio, en extremo desigual y pernicioso para la humanidad toda. Tales son, en suma, habilidades, rasgos y estrategias, sí, que guían a los zapatistas en su ya larga resistencia contra la muerte y en su pretensión de contribuir a vincular las luchas por la vida, esto es por la igualdad, la libertad, la justicia, el autogobierno y la autogestión, con la defensa del planeta, puesto en peligro por un capitalismo que se expandió a todas partes, amenazando con las guerras y la competencia desenfrenada por las ganancias a un planeta que degrada, devasta y vuelve inhabitable.
Al embarcarse, 500 años después de la pretendida conquista española y la destrucción de México-Tenochtitlan, el EZLN vuelve de nuevo a sorprender rompiendo el cerco. En vez de refugiarse en su territorio para concentrarse en progresar en la construcción de su autonomía, de su nueva vida y sus relaciones sociales igualitarias no jerárquicas, los zapatistas reactualizan la perspectiva de su lucha: “el territorio de nuestro accionar está ahora claramente delimitado: el planeta llamado 'Tierra', ubicado en el llamado Sistema Solar” (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2013/01/26/ellos-y-nosotros-v-la-sexta-2/). Saben que no han construido una isla de resistencia capaz de sobrevivir en la soledad enmedio de un embravecido océano capitalista. “La supervivencia de la humanidad depende de la destrucción del capitalismo”, que es precisamente el que acaba con la naturaleza provocando catástrofe tras catástrofe y genera pandemias que aislan, excluyen y abandonan, que socavan la existencia humana. “La destrucción en cualquier rincón del mundo, repercute en todo el planeta” (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2020/10/05/sexta-parte-una-montana-en-alta-mar/). Por ello hay que luchar cada quien en su terreno, dondequiera que se encuentre, y a su modo, según sus condiciones y tradiciones.
Ese es el sentido de la nueva aventura del EZLN, ahora acompañado por el Congreso nacional Indígena- Consejo Indígena de Gobierno (CNI-CIG), reanudar los intercambios no sólo de dolores, sino sobre todo de experiencias, de creatividad e imaginación, echando mano del pensamiento crítico, de las sensibilidades múltiples e inagotables, tan distintas, de pueblos muy otros, de sociedades que no dejan de resistir a pesar de los avances de la derecha, de los renegados de la izquierda y de la soledad frente a las pandemias. Hay que “retomar las calles para luchar”, compartiendo de entrada sentires, pero igualmente articulando haceres, prácticas sociales que organicen resistencias colectivas, pero que forjen también alternativas colectivas de defensa de la vida, esto es del Planeta, es decir de destrucción de un capitalismo aberrante cuya modernidad puede regresarnos a la Edad de Piedra (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2021/01/01/primera-parte-una-declaracion-por-la-vida/).
El desembarco zapatista en Vigo, España, prevista para mediados de junio, la invasión de la otra Europa (la que resiste y lucha), pretende la revancha de los pueblos originarios que no puede ser otra que la de reencontrar a sus iguales, contagiar su solidaridad fraterna a quienes resisten a toda guerra, a toda conquista, a toda depredación que un orden social arcáico y en decadencia no ha dejado de propagar como inevitable condición de su desarrollo y persistencia. Es la búsqueda por rehacer el internacionalismo de los oprimidos frente a la mundialización del capital. Por rehacer el mundo por todas y todos desde abajo. Se trata de una añoranza del futuro, una apuesta por memorias del mañana, a construir en colectivo sobre mundos muy distintos que solo pueden seguir siendo siempre y cuando edifiquen uno nuevo, un mundo donde quepan muchos mundos.
Tlalpan, Ciudad de México, 10 de mayo 2021.
Arturo Anguiano
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